A don Antonio

domingo, 26 de agosto de 2012

A veces, don Antonio, yo lo busco baldíamente en los caminos. Sé que no volvió, que no volverá, pero me gusta imaginar que habita en ellos, junto a otros seres livianos e inaprensibles. Seres de poco peso y mucha carga. No hablo ahora de quienes los transitan, quienes los hacen con su andar pasajero, sino de sus habitantes permanentes, sus moradores naturales. Seres aclimatados a los lugares de paso y corrientes. Hablo de las huellas, de los infinitos y dispares rastros. Del eco sordo de las pisadas, del polvo foráneo de los retornos, de la música narcótica de las cigarras. De las estelas de los huídos, del crujido de los desencuentros, de la brisa sanadora de las borrascas. Hablo de flecos de recuerdos, de espaldas de utopías y añoranzas de expatriado. Y, en número incalculable, de certezas incompletas, de dudas incorruptibles y de excepciones. Muchísimas excepciones, y aleteos sutiles de esperanza, y algún sapo.

¡Tenga buen día don Antonio!



Juan Luis Blanco
26/08/2012

1 comentarios:

Unknown dijo...

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