Solo en la casa

martes, 29 de abril de 2014

Una puerta llora. El llanto acompaña la entrada a la casa vacía. Un eco de risas pretéritas me asalta desde la oscuridad y un lamento, un lamento inaudible pero presente, se desliza por el pasillo. Cientos de minutos de felicidad enmohecida se me vienen encima desde los techos. La casa duele. Y hay un alma sola, un alma partida, un alma agotada, que no termina de habitarla. En la calle suena la música. Adentro ninguna melodía puede con ese silencio sólido, pesado y monocolor. Solo en la casa. En la casa deshabitada. Un vals desgarrador se cuela sin permiso por una grieta y grita una insoportable ausencia. La puerta llora de nuevo. Y otro llanto acompaña la salida de la casa desierta. Afuera, el futuro se viste de nube y, mirándome insistente desde los charcos, la lluvia se confirma como nueva compañera.



Juan Luis Blanco
29/04/2014