tag:blogger.com,1999:blog-37971319312804659732024-03-13T20:53:23.122+01:00Mi cuaderno nuevoJuan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.comBlogger94125tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-4402120625796178432015-07-09T10:59:00.002+02:002016-03-14T10:49:16.495+01:00Insomnitorio I<div class="separator" style="clear: both; text-align: left; margin: 30px 0px 0px 0px;">
<a href="https://lh3.googleusercontent.com/-9C6mxyZxTGg/VZ42ggdca-I/AAAAAAAABSk/D39l6TjNhOo/s600/insomnitorio1.jpg" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="500" src="https://lh3.googleusercontent.com/-9C6mxyZxTGg/VZ42ggdca-I/AAAAAAAABSk/D39l6TjNhOo/s600/insomnitorio1.jpg" /></a></div>
<p>120 pingüinos aparecen en las Bardenas Reales cerca de un autobús averiado. Se desconoce el paradero del chófer, y su edad, género, raza o procedencia. Se desconoce también su especie. Se desconoce el último punto de repostaje y quién llenó el depósito con agua salada. Se sospecha que podría haber vida en una galaxia próxima y que existe un pingüino gasolinero. Se desconoce, sin embargo, si existe estupidez fuera de este planeta. Ríen los pingüinos entre la polvareda, se ríen de los humanos, de las diéresis y porque no tienen frío. Yo no me río. Quisiera dormir, pero vigilo angustiado un par de medusas oscuras en el cielo raso y una vía de agua en el zócalo. Y hago como que sueño, otra vez.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="https://lh3.googleusercontent.com/-cTrCthdXiGo/TqKGIkB72zI/AAAAAAAABCo/TvGtjhxgysEscol7Dk9Km2Ge9WN5CfT8gCCo/s132-Ic42/firma-juan-luis-azul.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">09/07/2015</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-5445168735780811072015-04-01T12:39:00.000+02:002016-03-14T10:46:28.362+01:00Fuegos de azar<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: -5px 0px 0px -20px;">
<a href="https://lh3.googleusercontent.com/-ZYmX6TKUDZg/VRvIcMY7xHI/AAAAAAAABRw/Xjbdv9sbi0g/w600-h579-no/fuegos-de-azar.jpg" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="470" src="https://lh3.googleusercontent.com/-ZYmX6TKUDZg/VRvIcMY7xHI/AAAAAAAABRw/Xjbdv9sbi0g/w600-h579-no/fuegos-de-azar.jpg" /></a></div>
<p>Hugo sabía que la probabilidad de que lo alcanzara un rayo era mucho mayor que la de que le tocara la primitiva. Era fácil de probar matemáticamente. Pero aunque nunca hubiera podido confirmarlo mediante ninguna fórmula, ley o teorema, estaba convencido de que cualquiera de esos dos inverosímiles sucesos eran mucho más probables que conseguir un trabajo remunerado. De modo que llevaba tiempo acudiendo cada tarde de tormenta al centro de aquella plaza, frente a la administración de doña Casilda, a probar suerte, a medir la fatalidad o la fortuna, a averiguar empíricamente si ser diana de rayo era realmente más fácil que ser ganador de la primitiva. Nadie supo decidir si este hábito respondía a una actitud suicida incipiente, o a un órdago insolente a las leyes del azar. Lo que quedó meridianamente claro desde el principio fue que nadie en su sano juicio estaba dispuesto a dar trabajo a aquel tipo. De modo que allí siguió, año tras año, tormenta tras tormenta, anotando los segundos entre los seis primeros truenos y rellenando los boletos con el valor de los intervalos entre aquellos rayos errados, empapado, tembloroso y cagándose en las putas leyes de la probabilidad.</p>
<p>Y así continuó, vivo y pobre durante mucho tiempo. Hasta que un rayo achicharró a doña Casilda y su vieja administración, y su maltrecho marido, a pesar de avanzar torcido, desorientado y ciego de ira por el fatal infortunio —pero más si cabe por la pésima puntería del
destino— tuvo la suerte de acertarle los seis balazos en el pecho.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="https://picasaweb.google.com/lh/photo/c2MC8qojWZaX1LEEJnDWtdMTjNZETYmyPJy0liipFm0?feat=directlink" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">30/03/2015</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-88064896705876691082014-12-02T00:38:00.000+01:002014-12-02T12:34:45.862+01:00Nuevo glosario espacio-anímico<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 20px 0px -10px -10px;">
<a href="https://lh4.googleusercontent.com/-YfN2O3iZPVI/VHz5IonCKgI/AAAAAAAABQg/BUArO5LDD9Q/w600-h398-no/nuevo-glosario-espacio-an%C3%ADmico.jpg" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="470" src="https://lh4.googleusercontent.com/-YfN2O3iZPVI/VHz5IonCKgI/AAAAAAAABQg/BUArO5LDD9Q/w600-h398-no/nuevo-glosario-espacio-an%C3%ADmico.jpg" /></a></div>
<p>El contentómetro de bolsillo subió 25 UFFs (Unidades Finitas de Felicidad) en tan sólo un minuto. <i>Patriaña</i>, <i>besastre</i> —repitió. Siempre que Oriol inventaba palabras aquel aparatejo reflejaba un incremento significativo en su MUAC (Muestra Unitaria Aleatoria de Contento), lo que sin duda afectaría positivamente a su GRIS (Gradiente Remuestreado del Incremento de Satisfacción) de aquel horrible lunes y, muy probablemente, al PUAJ (Promedio Unificado de Alegría y Júbilo) de aquel oscuro mes de noviembre, contribuyendo a neutralizar el bajón provocado por la pérdida del pequeño cofre donde guardaba todas las palabras que había inventado desde 2014.</p>
<p>Su afición a inventar palabras le nació el mismo día en que la nave <i>Phileas</i> se posó en el cometa <i>67P/Churyumov-Gerasimenko,</i> y los científicos —tan precisos ellos— alardearon del éxito del “acometaje”. Le gustó el hecho de que necesitaran pergeñar una palabra para un suceso que nunca antes había tenido lugar. Pero no le hizo tanta gracia el vocablo en sí. Quizás si un trío de piratas enanos hubiera saltado de la nave vociferando amenazas y ondeando la bandera de los fémures cruzados y la calavera, el palabro le habría resultado simpático. Entendía sin embargo que no era una cuestión ni de romanticismo ni de sonoridad, sino de precisión. Y sintió un vaporoso pudor al recordar su deseo, nunca confesado, de que aquella nave perdiera el control y quedara empotrada en el cometa, de modo que le fuera posible reutilizar la palabra “acometida” con absoluta propiedad en este —también— novedoso episodio.</p>
<p>Distraído por palabras sin diccionario, astros incongruentes y naves saltimbanquis, su mente no tardó en iniciar una deriva entre hiperbólica y errática —como hacía siempre que algún MUAC positivo lo sorprendía temprano—, hasta que se aferró a una pregunta que pasaba por delante de Urano: ¿Podría usarse el verbo “volar” en el espacio, donde nada pesa, nada atrae a nada hacia ningún suelo, donde incluso la misma idea de suelo es inconcebible y conceptos como posición o dirección se desvanecen? En sentido estricto parecía evidente que.... ¿Puede usarse el verbo “flotar” en el espacio, donde nada te sostiene, donde nada te empuja con una fuerza proporcional a nada, donde hundirte es imposible y emerger no tiene sentido? Aaaah! No podía parar aquel bucle, el siguiente signo de interrogación se estaba ya formando a la izquierda de Mercurio y la pregunta se materializó con un peso totalmente absurdo para su enclave: ¿Tiene algún sentido preguntarse sobre las palabras que uno puede o no puede usar en el espacio cuando la mayoría de las veces no acertamos con las palabras que deberíamos usar en nuestro planeta?</p>
<p>Uff, uff, uff! Su contentómetro de bolsillo estaba bajando a razón de 1 UFF por interrogante. ¡Tenía que hacer algo! ¡Necesitaba una afirmación categórica! ¡O un par de esdrújulas nuevas!</p>
<p><i>¡Pijámide! ¡polipatético!...</i></p>
<p>Uff...</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">2/12/2014</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-87994950936196075172014-05-05T01:15:00.002+02:002014-05-05T01:15:49.821+02:00Paracaídas para sueños<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 0px 0px -10px -30px;">
<a href="https://lh3.googleusercontent.com/-0KqXDs5Tp5A/U2bHQ-PHlvI/AAAAAAAABMs/muc8JHrrXuM/w530-h676-no/paracaidas-para-suenyos.png" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="470" src="https://lh3.googleusercontent.com/-0KqXDs5Tp5A/U2bHQ-PHlvI/AAAAAAAABMs/muc8JHrrXuM/w530-h676-no/paracaidas-para-suenyos.png" /></a></div>
<p>El otro día caí desde el sueño de alguien. Caí en la orilla de un río, que es esa parte dura y árida estrechamente en contacto con esa otra más húmeda y mullida. Esa que a tan sólo medio metro de mis narices se burbujeaba de risa con mi dolorosa casi buena suerte. Aunque a mi me parece que caer de los sueños de otros siempre es duro, sea agua, piedra o una piscina de vodka lo que te recoja más abajo. Por el dolor, supuse que me había roto unos quince huesos. Pero no. Estaba entero, es decir, físicamente entero. Y recordé entonces mi viejo proyecto de paracaídas para sueños ajenos.</p>
<p>Porque no era la primera vez. Ya antes me había pasado. Con algo más de suerte. O quizás no. Aquella vez caí de lleno en el duodécimo compás de una partitura para trompeta. Y en principio no me pareció mal aterrizar sobre un pentagrama. Pero aquello estaba superpoblado de semicorcheas, que ya tiene bemoles ir caer en pleno <i>allegretto.</i> Las redondas del pentagrama superior no querían ni mirar. Salí atravesado por infinidad de plicas y corchetes y odiando para siempre la escritura musical.</p>
<p>Y sí, allí nació la idea del paracaídas porque, ¿qué culpa tiene uno de que otros anden metiéndole en sus sueños? No sale a cuenta ponerle a un ciego una película muda ni esa existencia inconsciente en los mundos imaginados de otros. Más aún si luego ocurre una caída de éstas y sale uno con huesos quebrados e interrogantes de plomo. No sé yo si alguien soñará conmigo un día de éstos. Quizás sea inevitable ¿qué se yo? Pero si lo hace, le pido por favor que cuide los bordes de su sueño, que yo soy muy amigo de precipicios y acantilados, muy de tropezar y además despistado.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">5/5/2014</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-28141044412003535582014-04-29T10:29:00.001+02:002014-04-29T10:34:41.184+02:00Solo en la casa<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 10px 40px -10px 0px;">
<a href="https://lh4.googleusercontent.com/-Ygo7Iwma2_Y/U19iWBStrqI/AAAAAAAABMQ/ENJThK2IAko/w600-h367-no/solo-en-la-casa.png" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="470" src="https://lh4.googleusercontent.com/-Ygo7Iwma2_Y/U19iWBStrqI/AAAAAAAABMQ/ENJThK2IAko/w600-h367-no/solo-en-la-casa.png" /></a></div>
<p>Una puerta llora. El llanto acompaña la entrada a la casa vacía. Un eco de risas pretéritas me asalta desde la oscuridad y un lamento, un lamento inaudible pero presente, se desliza por el pasillo. Cientos de minutos de felicidad enmohecida se me vienen encima desde los techos. La casa duele. Y hay un alma sola, un alma partida, un alma agotada, que no termina de habitarla. En la calle suena la música. Adentro ninguna melodía puede con ese silencio sólido, pesado y monocolor. Solo en la casa. En la casa deshabitada. Un vals desgarrador se cuela sin permiso por una grieta y grita una insoportable ausencia. La puerta llora de nuevo. Y otro llanto acompaña la salida de la casa desierta. Afuera, el futuro se viste de nube y, mirándome insistente desde los charcos, la lluvia se confirma como nueva compañera.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">29/04/2014</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-59927883195904106892014-03-19T09:29:00.000+01:002014-03-19T09:34:38.027+01:00El pianista del número 23<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 10px 10px -10px 0px;">
<a href="https://lh4.googleusercontent.com/-XrTc9lKD41A/UylVFF3q2mI/AAAAAAAABIw/K8d_ZkYNSj8/s439/pianista-n23b.png" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="439" src="https://lh4.googleusercontent.com/-XrTc9lKD41A/UylVFF3q2mI/AAAAAAAABIw/K8d_ZkYNSj8/s439/pianista-n23b.png" /></a></div>
<p>Son las 7:06 de la tarde. El pianista del número 23 de la calle Eerste Laurierdwarsstraat lleva ya 191 compases confundiendo cantidad con calidad, velocidad con emoción, virtuosismo con belleza. Yo me mareo sólo de pensar en la conmovedora maravilla que podría salir de esos dedos si el pianista del número 238 de la calle Eerste Laurierdwarsstraat diera tiempo a la belleza para acomodarse en los apretados intervalos entre las notas. A ratos distingo fragmentos conocidos entre la avalancha de sonidos: Beethoven, sonata nº2, <i>presto agitato.</i></p>
<p>Y llevo horas, días, pensando en todas esas cosas que podrían ser —porque todas las circunstancias para que sean se dan— pero no son. El pianista del número 2385 de la calle Eerste Laurierdwarsstraat podría tocar una canción bellísima, una pieza que nos hiciera llorar de felicidad, que hiciera detenerse a los paseantes y a los ciclistas para escuchar. El pianista del número 23854 de la calle Eerste Laurierdwarsstraat podría, de hecho puede, pero no tiene tiempo de tocar esa pieza. O a lo mejor ya la tocó algún día, hace tiempo, y por la razón que sea no quiere volverlo a hacer.</p>
<p>Yo ya he dejado Amsterdam. Me llevo recuerdos inolvidables. Pero no puedo evitar acordarme de los peces del canal cercano a la casa del pianista del número 238546 de la calle Eerste Laurierdwarsstraat. Los imagino nadando entre las bicicletas oxidadas del fondo del canal mientras las miles de notas que continúan saliendo del piano del pianista del número 2385462 de la calle Eerste Laurierdwarsstraat atraviesan las aguas marrones tiñendo con la inexplicable tristeza del virtuosismo estéril los atardeceres subacuáticos. Y, curiosamente, llevo horas, días, echando de menos esa pieza, quizás no tan virtuosa, que nunca escuché, que probablemente nunca escucharé, en el piano de la casa del número 23. En la calle Eerste Laurierdwarsstraat.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">18/03/2014</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-43046370262904565872013-05-27T16:35:00.001+02:002013-05-27T16:38:29.587+02:00Letrista<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 0;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-vVItmrw_A68/UaNsdruI2JI/AAAAAAAAAr0/qtAUlIYWAzk/s1600/letrista.jpg" imageanchor="1" >
<img border="0" height="auto" width="300" src="http://4.bp.blogspot.com/-vVItmrw_A68/UaNsdruI2JI/AAAAAAAAAr0/qtAUlIYWAzk/s320/letrista.jpg" />
</a>
</div>
<p>Estaba nervioso porque era la primera vez que escribía la letra de una canción. Lo suyo eran los cuentos y los desvaríos de insomne. Por suerte, el temblor de su mano cesó al tiempo de apoyar la punta de grafito sobre el papel. Comenzó el primer trazo pausado, desde arriba y hacia atrás primero, despacio, como quien mira a su espalda o recolecta recuerdos. Siguió retrocediendo a la par que descendía y tomaba velocidad con energía renovada dirigiéndose con decisión a la base de aquel medio círculo. Pasado este punto, comenzó a despegar como un avión, hacia adelante y hacia arriba como los buenos augurios, y luego, en un cambio radical de trayectoria, dibujó una vertical desafiante y orgullosa de sí misma. Entonces se detuvo. Demasiada precipitación. Tocaba parar antes de que fuera tarde. Y retroceder, en un repliegue horizontal y retrospectivo, sobre la nada y hacia el interior de lo creado hasta entonces.</p>
<p>Permaneció largo rato en aquel trampolín hacia adentro, en aquel balcón con vistas a los límites recién creados. Estaba perplejo. Miraba a aquel perfecto cerco ante sí, cerrándole el paso, negándole el horizonte, mostrándole un recorrido familiar, casi autobiográfico... No dejaba de repetirse que él mismo había construído aquel callejón sin salida. Se maldijo por haber elegido aquella nefasta letra para comenzar el primer verso. Ya ni recordaba la palabra que iba a escribir y además le daba igual. No pensaba continuar. Una amiga le dijo una vez que prefería sus relatos cortos —recordaba uno de tan sólo cuatro palabras—, pero esto iba a superar todas sus expectativas: ¡una sola letra! Le gustase o no, al menos le iba a hacer Gracia... Con G mayúscula.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">27/05/2013</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-13682332275056587642013-05-13T09:35:00.003+02:002013-05-28T01:02:37.567+02:00Stab<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 0;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-d6STZG0aSyw/UZCUd6lWsJI/AAAAAAAAArg/EqWeYEJajsQ/s600/stab.jpg" imageanchor="1" style="margin:0 auto;">
<img border="0" height="auto" width="440" src="http://2.bp.blogspot.com/-d6STZG0aSyw/UZCUd6lWsJI/AAAAAAAAArg/EqWeYEJajsQ/s600/stab.jpg" />
</a>
</div>
<p>Mientras me peleaba con mi libro de inglés me encontré de repente con la palabra “stab”. Se me hizo familiar, y recordé, al leer su definición, que la había visto en los periódicos. Significa “apuñalar”. Además de buscarla en el diccionario, sabía que el mejor modo de retener una palabra es verla o escucharla en diferentes contextos repetidas veces:</p>
<p>—La siguiente vez que me la encuentre la recordaré —pensé, satisfecho de que mi inglés fuera mejorando poco a poco. Y me sorprendió la naturalidad con que había aceptado que la volvería a ver, a menudo, en las noticias.</p>
<p>Luego, un escalofrío me recorrió entero al darme cuenta de la cantidad de sangre que habría de correr hasta que algún día aprendiera aquel verbo. Y así fue, en poco tiempo se hizo un sitio en mi frágil memoria. Desgraciadamente, y a diferencia de otras muchas palabras, no he tenido aún ocasión de olvidarla.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">13/05/2013</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-33162945704540329972013-01-15T23:43:00.001+01:002013-01-16T14:53:49.111+01:00Sombra cegadora<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin: 10px 0 -10px 0;">
<a href="https://lh6.googleusercontent.com/-YK37GVLTZmo/UPXZWeyvFLI/AAAAAAAAAos/S-5hXinga_c/s600/sombra-cegadora.jpg" imageanchor="1" style="margin:0 auto;"><img border="0" height="auto" width="360" src="https://lh6.googleusercontent.com/-YK37GVLTZmo/UPXZWeyvFLI/AAAAAAAAAos/S-5hXinga_c/s600/sombra-cegadora.jpg" /></a></div>
<p>Una humedad omnipresente y oscura llevaba deslustrando los muros desde que todo comenzó. Hoy, como ayer, como hacía ya demasiado tiempo, sobraba plomo en las nubes y faltaba tarde a los días. La ventura se guarecía tras un futuro esquivo y presumiblemente lejano, y sólo el eco difuso de un avión pudo bosquejar en su memoria algunos rayos de luz y el rostro de un amigo.</p>
<p>Llovía hasta debajo de los puentes y no supo decir si era aquel extraño proceder meteorológico lo que hacía que le dolieran como propias las soledades ajenas. Cerró los ojos y, mientras se preguntaba si aquello era una depresión o una borrasca, o si era una maligna alianza de las dos, o si el cielo habría quizás pasado de moda; hizo recuento de sus últimos holas y adioses. Y a la vista del balance, quedó a la espera de algún eclipse para volverlos a abrir.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">15/01/2013</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-9688962122049700472012-08-26T18:32:00.002+02:002013-01-16T14:53:32.858+01:00A don Antonio<div class="separator" style="clear: both; text-align: center; margin:15px 0 10px -10px;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-VsSau8dcMyg/UDpOO-VZWFI/AAAAAAAAAoA/iEPT5RIZYBg/s600/a-don-antonio.jpg" imageanchor="1" style="margin:0;"><img border="0" height="auto" width="480" src="https://lh3.googleusercontent.com/-VsSau8dcMyg/UDpOO-VZWFI/AAAAAAAAAoA/iEPT5RIZYBg/s600/a-don-antonio.jpg" style="padding:0; margin-left:-15px;" /></a></div>
<p>A veces, don Antonio, yo lo busco baldíamente en los caminos. Sé que no volvió, que no volverá, pero me gusta imaginar que habita en ellos, junto a otros seres livianos e inaprensibles. Seres de poco peso y mucha carga. No hablo ahora de quienes los transitan, quienes los hacen con su andar pasajero, sino de sus habitantes permanentes, sus moradores naturales. Seres aclimatados a los lugares de paso y corrientes. Hablo de las huellas, de los infinitos y dispares rastros. Del eco sordo de las pisadas, del polvo foráneo de los retornos, de la música narcótica de las cigarras. De las estelas de los huídos, del crujido de los desencuentros, de la brisa sanadora de las borrascas. Hablo de flecos de recuerdos, de espaldas de utopías y añoranzas de expatriado. Y, en número incalculable, de certezas incompletas, de dudas incorruptibles y de excepciones. Muchísimas excepciones, y aleteos sutiles de esperanza, y algún sapo.</p>
<p>¡Tenga buen día don Antonio!</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">26/08/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-30537955674676521942012-08-02T16:18:00.000+02:002012-08-22T22:50:20.319+02:00Desactualizado<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://lh3.googleusercontent.com/-ErFwJx6haLo/UDVFDRU01RI/AAAAAAAAAnM/7f1-osnDckY/s600/desactualizado.jpg" imageanchor="1" style="margin:0;"><img border="0" height="auto" width="530" src="https://lh3.googleusercontent.com/-ErFwJx6haLo/UDVFDRU01RI/AAAAAAAAAnM/7f1-osnDckY/s600/desactualizado.jpg" style="margin:10px 0 -5px -25px;" /></a></div>
<p>John Lennon asesinado —leyó en la portada del periódico.</p>
<p>Ya lo había previsto meses atrás. Desde que comenzó a leer diariamente los periódicos editados 33 años antes, suponía que algún día se encontraría de nuevo con aquella horrible noticia. Salió a la calle con un brazalete negro en honor al más grande músico del siglo XX. Nadie le dijo nada porque nadie se extrañó. Muy probablemente —y desgraciadamente, dicho sea de paso— porque a todos se nos ocurren cientos de motivos por los que uno puede llevar un brazalete negro un lunes cualquiera.</p>
<p>El caso es que, desde que se hartó de que los periódicos trataran a sus lectores como imbéciles sin criterio, ni inteligencia, ni sentido común, empezó a regir su vida por informaciones obsoletas, noticias olvidadas y sucesos ocurridos y relatados mucho tiempo atrás. Comenzó con periódicos publicados 11 años antes y, salvo ciertos consejos extraños sobre ordenadores y cambios de milenio, algunos litros de gasolina de más comprados ante la inminente subida del petróleo y los problemas con la moneda oficial y los cálculos consiguientes, no tuvo mayor problema en su vida ordinaria.</p>
<p>De modo que, animado por el éxito y por la fabulosa hemeroteca que habían estrenado en la biblioteca cercana a su casa, decidió aumentar el salto a 22 años. Le alegró saber que su sueldo se podía comparar con el de los profesionales más cualificados, aunque los políticos, economistas e inmobiliarias mentían, como siempre, sobre los precios reales de la vivienda, mucho más cara de lo que anunciaban. Por lo demás, ya se había acostumbrado a los cambios repentinos de programación en cines, teatros y conciertos. Y no podía negar que las sorpresas, en la mayoría de los casos, eran de lo más agradables.</p>
<p>Su sempiterno afán de superación lo llevó hasta los 33 años de distancia, que a pesar del enorme desfase temporal que suponían, no le impedía llevar una vida normal. Los precios eran quizás lo único problemático, pero había mejorado mucho su capacidad para el cálculo proporcional a fuerza de ejercitarlo a menudo. Lo mejor, sin duda, era la inmensa alegría de constatar a diario que su ciudad era mucho más pacífica que aquel horror que se empeñaban en mostrar los medios. Por no mencionar la absoluta despreocupación ante el anuncio del iniminente final del mundo, del que se enteraría dentro de 33, o quizás 44 años...</p>
<p>Y así, vivía cada día más tranquilo en la seguridad de que ninguna de las informaciones coincidía con la realidad en la que vivía a no ser que se produjeran improbables coincidencias. Y sobre todo, disfrutaba de la apacible consciencia de saber que aquella farsa de mundo, aquella fábrica de mentiras, aquel escaparate de cristales coloreados, lo estaba creando él. Él, una sencilla artimaña, y nadie más.</p>
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">01/08/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-41806076974617777122012-06-20T11:09:00.000+02:002012-06-20T11:49:06.735+02:00Espejos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-d-NSTnf1jHw/T-GSLPpkarI/AAAAAAAAAlM/hEKJQDoVEs4/s1600/espejos.jpg" imageanchor="1" style="margin:20px 5em 0 0"><img border="0" height="auto" width="340" style="margin:20px 0 10px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-d-NSTnf1jHw/T-GSLPpkarI/AAAAAAAAAlM/hEKJQDoVEs4/s400/espejos.jpg" /></a></div>
Llevaba toda la vida exhibiendo aquella sonrisa y todavía no la había hecho suya. Imagino que, a ratos, tendría motivos para ser feliz. Y supongo que sabía el tipo de sonrisa que pretendía para su rostro pero, o no se la había estudiado bien, o carecía de las dotes interpretativas suficientes. El resultado era una mueca vacía, insustancial, inquietante, ante la que los demas sonreían a su vez nerviosos.
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Excepto el raro de Joel, que nunca había sabido deshacerse de aquella expresión de lástima permanente, todos los demás parecían encantados de conocerle. Y él se sentía verdaderamente complacido. Asi que, otro día más, se miró en el espejo, fabricó su patética sonrisa y salió a contagiar de alegría a sus amigos.
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">20/06/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-44138557637365288472012-05-08T18:30:00.002+02:002012-05-08T18:43:42.387+02:00Portaequipajes<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-ggn3iHvb83k/T6lJcYo_7kI/AAAAAAAAAhU/QYNJxGivrYk/s1600/portaequipajes.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 0; margin-right: 0;"><img border="0" height="auto" src="http://4.bp.blogspot.com/-ggn3iHvb83k/T6lJcYo_7kI/AAAAAAAAAhU/QYNJxGivrYk/s400/portaequipajes.jpg" style="border: none; padding: 30px 0 0;" width="400" /></a></div>
Aparentemente no había sonido que acompañara sus esfuerzos, porque mientras aquella señora intentaba infructuosamente colocar su maleta sobre el portaequipajes del vagón en marcha, yo escuchaba a Mark Knopfler a través de mis auriculares. Cumplir años como es debido nos limita ciertas capacidades —pensé—, pero nos regala, en compensación, nuevas destrezas. A aquella señora, por ejemplo, le hubiera resultado imposible alzar su enorme maleta sin la ayuda del joven que viajaba a su lado. Por mi parte, hace ya tiempo que no tengo ningún reparo en admitir —intuyo que ella tampoco— que cada vez disfruto más con la música sosegada y algo trasnochada cincelada hace más de dos decadas en ciertos discos de vinilo.<br />
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En la misma medida en que perdemos vigor y fortaleza, extraviamos, sin darnos casi cuenta, muchos complejos. Parece de justicia.<br />
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Sin embargo, ya con mi saco de complejos medio vacío —hoy me he levantado optimista—, tampoco me cuesta reconocer que me provocan escalofríos de entusiasmo algunos experimentos sonoros que, muy probablemente, sólo un adolescente como aquel podría ayudarme a etiquetar. Y mientras el horizonte cambia de aspecto, que no de lugar, pienso que a lo mejor sentirse pleno es solamente eso: mirar hacia atrás con satisfacción y sin reparos; y hacia adelante con curiosidad y una sonrisa.<br />
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El chico amable ha cogido su mochila y se ha bajado en Castejón. Sospecho que en la siguiente parada soy yo quien tendrá ocasión de demostrar simultáneamente mi buena educación y la debilidad de mis hombros eternamente convalecientes. Mientras me pregunto cómo haré para bajar aquel enorme bulto fucsia de allí arriba, me asalta una duda, práctica en su origen, y existencial pocos segundos más tarde: ¿Es acertado emprender un viaje con un equipaje que uno mismo no puede acarrear? Abierto el baúl de las dudas, no es sencillo contenerse: y si atiborramos nuestra maleta de pertenencias, ¿quedará algún hueco para las sorpresas que encontremos en el camino?<br />
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El tren vuelve a avanzar. Y mi pensamiento entra en ese bucle frenético y misterioso que precede al sueño: acelero, descarrilo, parpadeo, me retraso, deliro, salto, tarareo, trigo, Lisboa, cruce, nube, noche, paz. Sueño.
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<img alt="Juan Luis Blanco" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" style="border: none; height: auto; padding: 0; text-align: right; width: 96px;" /><br />
<span class="data">08/05/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-44646668801495995032012-03-26T19:27:00.009+02:002012-03-29T15:26:06.948+02:00Tierras de nadie<a href="http://1.bp.blogspot.com/-fgcAyCpd5Sw/T3CnMLQWrVI/AAAAAAAAAhI/B0c85ja5ch8/s1600/tierras-de-nadie.jpg"><img style="display:block; margin:10px auto 0px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 500px; height: auto; border:none" src="http://1.bp.blogspot.com/-fgcAyCpd5Sw/T3CnMLQWrVI/AAAAAAAAAhI/B0c85ja5ch8/s400/tierras-de-nadie.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5724258954009554258" /></a>Días antes, cuando la dependienta de la papelería le preguntó de qué grosor quería el rotulador, se percató repentinamente de lo absurdo de ciertas convenciones que los humanos aceptamos sin reparo alguno. Por ejemplo, la de que los volúmenes tienen tres dimensiones, los planos dos y las lineas tan sólo una, lo cual, por muy paradójica que nos resulte la deducción, coloca a los puntos en precaria situación de adimensionalidad. Asi que, aquella reflexión imprevista y este párrafo se cierran con un ente teóricamente adimensional.<br /><br />Siempre había pensado que la física, las matemáticas, la geometría... habían dado lugar a conceptos realmente singulares que mostraban una coherencia firme y diáfana mientras flotaban en el intelecto colectivo. Pero en algún momento aquéllos bajaban a la superficie, se adherían a la materia, y era entonces cuando hacían gala de una incongruencia pastosa y turbia. Porque las lineas que había dibujado aquella mañana tenían longitudes diversas, pero un grosor exacto de 0,4 milímetros. Lineas de dos dimensiones. También había algunas de 0,8 milímetros. Pero, ¿cual era el grosor en el que se debería considerar que una linea dejaba de serlo? ¿Bastaba con que una de las dos dimensiones fuera muy superior a la otra para seguir hablando de lineas? ¿Alguien había definido alguna vez aquella relación?<br /><br />Fue por la tarde, mientras conducía por aquella carretera fronteriza cuando volvió a reflexionar sobre aquellos y otros despropósitos dimensionales. La calzada encadenaba una curva con la siguiente y el asfalto estaba divido en dos estrechos carriles por una reluciente “linea continua”. Pero, ¿no era absurda y redundante aquella expresión? Por definición, toda linea es continua hasta que se acaba. Y en una carretera, esa ausencia de huecos revela su significado y la inequívoca invitación a no ser traspasada. Porque, cuando el ingeniero que diseñó la carretera quiere dar a entender que podemos invadir el carril contrario, dibuja unas lineas más cortas separadas por espacios, que son las puertas que comuican ambos carriles. Y así todo está muy claro.<br /><br />Sin embargo, ¿no resultaba todavía más desconcertante llamar a esta sucesión de lineas “linea discontinua”? ¿Cuál era el motivo de que el final de una linea no supusiera razón suficiente para dejar de designarla como tal? ¿Por qué el espacio entre dos lineas separadas seguía llamandose linea? ¿Acaso eran lo mismo la luz y la oscuridad? ¿El dia y la noche? ¿La materia y el vacío? ¿Cuál era la razón de que se agruparan realidades opuestas bajo una misma designación? ¿Se le ocurriría a alguien hablar de “materia discontínua”? Entonces, ¿podríamos también designarlo como “vacio discontinuo? ¿Por qué se agrupaban todas aquellas lineas cortas en un ente superior? ¿Existía algún tipo de relación entre ellas? ¿Sabían acaso las unas de las otras? ¿Qué opinaría de todo esto la persona que las pintó?<br /><br />Redujo la marcha y el ritmo frenético de sus pensamientos antes de entrar en aquella nueva curva. Tras ella, a la derecha, apareció un cartel verde que indicaba que estaba abandonando la comunidad de Cantabria. A unos cincuenta metros un nuevo cartel le daba la bienvenida al Principado de Asturias. Sonrió, como siempre que pasaba por un lugar como aquél, ante lo absurdo de esas otras lineas imaginarias que intentan, de modo tan pretencioso como inútil, separar territorios, culturas y costumbres. Y le hizo gracia recordar que precisamente las fronteras se representan con “lineas discontinuas” en los mapas. No sabía discernir si había allí una invitación sutilmente sugerida o era más bien que los topógrafos no se atrevían a representar de manera más contundente unos límites imaginarios, invisibles y totalmente arbitrarios.<br /><br />Sea como fuere, aquel día paró el coche entre los dos carteles y miró detenidamente el amplio giro de la carretera. Acababa de salir de una comunidad y no había entrado todavía en la siguiente. ¿Era aquel espacio el grosor real de una frontera? ¿A quién pertenecía aquel absurdo lugar? ¿No era inquietante que en aquel punto uno se convirtiera en foráneo para cualquiera de los habitantes de ambos territorios? Ensimismado en aquellas reflexiones se sentó sobre un canto rodado mientras observaba el escarpado desfiladero y escuchaba la corriente del rio. Una sorprendente sensación de familiaridad lo invadió en pocos minutos. Aquel lugar oscuro, incómodo e impreciso en que tantas veces se había convertido su alma, acababa de materializarse como una realidad palpable, visible y transitable: había descubierto su primera tierra de nadie. Para su sorpresa se notó gratamente reconfortado, como quien hubiera encontrado su lugar en el mundo. Y sintiéndose habitante de pleno derecho de aquella curva, permaneció allí hasta que la oscuridad igualó las montañas.<br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">26/03/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-41413551176680726142012-03-14T22:56:00.009+01:002012-03-14T23:31:40.692+01:00Bajo el puente<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-tGCWmnhT0PA/T2EWI9Pd7GI/AAAAAAAAAg8/d3elWH3rjcE/s1600/bajo-el-puente.jpg"><img style="display:block; margin:20px auto 0px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 480px; height: auto; border:none;" src="http://4.bp.blogspot.com/-tGCWmnhT0PA/T2EWI9Pd7GI/AAAAAAAAAg8/d3elWH3rjcE/s400/bajo-el-puente.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5719877344871443554" /></a>Hay mañanas que se parecen a otras muchas mañanas y que, sin embargo, resultan ser un homenaje a la vida. Igualmente, hay personas que bajo la apariencia de lo ordinario esconden seres humanos excepcionales. Como la mujer sentada esta mañana bajo el puente.<br /><br />El sol estaba todavía bajo, todavía templado y, como un arroyo de luz, discurría tibio y manso bajo el ojo del puente. La mujer, con el cuerpo girado hacia aquél, hacía su particular fotosíntesis: absorbía plácidamente la luz solar y dispersaba a su alrededor un vaho invisible pero inapelable de dicha reposada y bienestar.<br /><br />No sé por qué me pareció que el espacio contenido bajo aquel arco familiar no era exactamente el mismo de siempre. Quise atravesarlo despacio, sin prisa. Y mientras mi cuerpo era rodeado por una felicidad adhesiva, imaginé una explicación —seguramente absurda— al hecho de que la distancia entre los puntos de apoyo de un puente se denomine “luz”. Luego, sin que viniera en absoluto a cuento, me pregunté si aquella mujer sabría lo que era el <span style="font-style:italic;">euribor.</span> También me pregunté, tropezando casi con la respuesta, si alguna vez le importó...<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">14/03/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-24692299459495067782012-03-07T23:54:00.006+01:002012-03-10T17:23:57.559+01:00Afinador de sirenas<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-k7C-xb5zDuQ/T1fnRYYp3qI/AAAAAAAAAgY/jq-1iraqgYM/s1600/afinador-de-sirenas.jpg"><img style="display:block; margin:20px 0 0 -10px; border:none; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 500px; height: auto;" src="http://4.bp.blogspot.com/-k7C-xb5zDuQ/T1fnRYYp3qI/AAAAAAAAAgY/jq-1iraqgYM/s400/afinador-de-sirenas.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5717292537759784610" /></a><br />A la vista de cómo suenan las campanas de algunas iglesias llegué en su día a la conclusión de que, después de su fabricación, nunca más fueron afinadas. La verdad es que no sé si quedan afinadores de campanas. Pero hay alguien que afina las sirenas de los barcos. No sé quien es pero hoy trabaja en el barco que la semana pasada botaron los astilleros y que ahora aguarda a que se decidan sus singladuras en el dique sur del puerto. <br /><br />En ocasiones me ha llegado a irritar con su indiscreto y estridente oficio, pero desde hace bien poco admiro a ese hombre. Uno no puede saludar un puerto con una sirena triste y rota, ni puede despedirse de él con un sonido discordante y agudo. ¿Cómo avisar entre la niebla a los otros barcos si la sirena no transmite ni la presencia ni la gravead suficientes? Hoy los barcos tienen diferentes voces, y todas han de hablar con el tono adecuado. <br /><br />Mientras cierro la ventana para poder escuchar el último disco de <span style="font-style:italic;"><a href="http://www.manelweb.com/index.php?option=com_youtubegallery&view=gallery&Itemid=20&videoid=iOQeH38a2Mo&lang=ca">Manel</a></span>, me asalta la sospecha de que el afinador de sirenas podría enseñarme muchas cosas.<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">07/03/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-89004407507984124102012-02-22T23:56:00.005+01:002012-06-20T11:49:23.212+02:00Instantáneas y presencias<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/-VJRE1-mHj3g/T0Vyuxc6ekI/AAAAAAAAAgM/sVRon6FCdKY/s1600/instantaneas-y-presencias.jpg"><img style="display:block; margin:10px 0 0 -5px; border:none; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 490px; height: auto;" src="http://1.bp.blogspot.com/-VJRE1-mHj3g/T0Vyuxc6ekI/AAAAAAAAAgM/sVRon6FCdKY/s400/instantaneas-y-presencias.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5712097850263501378" /></a>Si me hubieran dicho que se habían escapado de un cuento les hubiera creído. Flotaban entre las fotografías de la exposición, hablaban en idiomas de muchas vocales y se sonreían mutuamente desde muy dentro. Eran un hombre y una mujer dibujados con lineas claras, precisas, seguras. Tenían la infalible presencia de los silencios inesperados, de los remansos en los torrentes. Y el humor saludable de quienes se mofan de sí mismos. Se llevaron las texturas en sus ojos, la luz en la memoria y el color en sus corazones. El sueño inevitable de una anciana ausente los hizo desaparecer. Antes, me mostraron cien matices de la amabilidad en dos sonrisas. Me quedó la irresistible curiosidad de explorar el mundo del que vinieron.<br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">22/02/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-10438602725859789612012-01-24T22:34:00.023+01:002012-01-30T00:34:35.596+01:00Inspirar, expirar<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-XddqW4sGF0U/Tx8kUT-1GBI/AAAAAAAAAec/3hGFgfmA_h0/s1600/inspirar-expirar.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto; border:none; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 265px;" src="http://4.bp.blogspot.com/-XddqW4sGF0U/Tx8kUT-1GBI/AAAAAAAAAec/3hGFgfmA_h0/s400/inspirar-expirar.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5701315584654120978" /></a><br />416.560.320, 416.560.321, 416.560.322...<span style="display:block; margin-left:20px;">Alfredo leyó un día que el ser humano respira unas 25.900 veces al día.</span>416.560.323, 416.560.324, 416.560.325...<span style="display:block; margin-left:20px;">Eso hacían unas 9.453.500 al año.</span>416.560.326, 416.560.327, 416.560.328...<span style="display:block; margin-left:20px;">Unas 756.280.000 veces en una vida.</span>416.560.329, 416.560.330... <span style="display:block; margin-left:20px;">Concluyó alarmado que cada nueva inspiración le acercaba más a la muerte...</span>416.560.331.<span style="display:block; margin-left:20px;">y decidió dejar de respirar.</span><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">24/01/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-38077050440338776912012-01-13T18:39:00.010+01:002012-01-30T00:36:46.883+01:00Hada marina<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://1.bp.blogspot.com/-B6elADKl4ro/TxC6pG_SLDI/AAAAAAAAAeQ/M7xK-0OqyKs/s1600/hada-marina2.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 5px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 341px; height: 400px; border:none;" src="http://1.bp.blogspot.com/-B6elADKl4ro/TxC6pG_SLDI/AAAAAAAAAeQ/M7xK-0OqyKs/s400/hada-marina2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5697258744037125170" /></a>Emergió una noche sin horizonte de una cueva laberíntica atestada de extraños y la mañana lluviosa de un sábado caminaba a su lado. Aquella mujer, que en ocasiones se engalanaba con olas de otros mares, propiciaba juegos de palabras entre desconocidos o traducía el discurrir del óxido sobre las rocas, lo llevó hasta el lugar exacto donde yacía la protagonista de un cuento que escribió muchos meses atrás, y que nadie más que él podía conocer. Se preguntó muchas veces qué tipo de trato tenía aquella criatura con el destino para provocar semejante cúmulo de casualidades a cada minuto. Con ella lo improbable corría el riesgo de convertirse en rutinario y pestañear podía suponer volver a abrir los ojos en una realidad irreconocible.<br /><br />Su poder de atracción se extendía también al sol, a los equívocos con significado y a las miradas perdidas. Cruzarse con sus ojos entrañaba quedar irremediablemente hechizado. Dejarse rodear por sus brazos significaba navegar en un remolino hasta el hemisferio sur, y el más leve roce de sus labios desencadenaba mil notas submarinas de piano. Cuando ella le contó que era experta en el manejo de la espada, que a veces la adulaban en lengua árabe y que la víspera había conquistado Samoa, él la creyó. ¿Qué otra cosa podía hacer? Acababa de ponerle frente a frente con un personaje imaginario de cuya existencia nadie tenía noticia. Yacía a sus pies sobre el asfalto, con el mismo aspecto desaliñado y sucio con que él la había imaginado, con la diferencia de que <a href="http://micuadernonuevo.blogspot.com/2012/01/hado-rayado.html">Berta</a>, la muñeca de fieltro, era ahora real. Y aquella mujer... ¿dónde estaba aquella mujer?<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">13/1/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-31958827804499324642012-01-12T01:39:00.004+01:002012-01-30T00:38:43.284+01:00Hado rayado<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/-nlSQSTt0dWs/Tw4sHuCMgtI/AAAAAAAAAd4/J2nT-fcRZ3s/s1600/hado-rayado.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto; border:none; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 500px; height: auto;" src="http://3.bp.blogspot.com/-nlSQSTt0dWs/Tw4sHuCMgtI/AAAAAAAAAd4/J2nT-fcRZ3s/s400/hado-rayado.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5696539089798202066" /></a>Antes fueron atronadoras ruedas negras, ahogándola en agua turbia y humo. Luego cientos de caminantes compulsivos, pisoteando el asfalto sin prestar atención. Berta, la muñeca de fieltro, permaneció varias horas sucia, mojada y maltrecha en el paso de cebra, antes de que aquel perro gris girara la cabeza.<br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">23/11/2010</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-53005794493609870822012-01-05T18:17:00.012+01:002012-01-30T00:42:21.660+01:00Spam<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-VjeTFVyjV2g/TwXbTqJSSWI/AAAAAAAAAds/OJ5J141gRpU/s1600/spam.jpg"><img style="display:block; margin:15px 0 5px 140px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 350px; height: auto; border:none;" src="http://4.bp.blogspot.com/-VjeTFVyjV2g/TwXbTqJSSWI/AAAAAAAAAds/OJ5J141gRpU/s400/spam.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5694198434657093986" /></a>Estaba al pie del árbol de cartón. Tenía forma rectangular. Ni pesado ni liviano, ni grande ni pequeño. Era un paquete que podía contener cualquier cosa, y por eso le gustaba especialmente.<br /><br />Tan sólo habían pasado seis días desde que Amadeo recibió aquel <span style="font-style:italic;">e-mail.</span> Todavía se seguía preguntando quién, desde la lejana China, esperaba venderle algo mediante aquel mensaje. Aunque en realidad, era imposible saber si el objeto del mismo era la venta de algún producto, pues el asunto era un galimatías indescifrable de ideogramas chinos. O coreanos. O japoneses... ¿Cómo saberlo? Pero la cuestión era otra: ¿cómo pretendían convencerlo? ¿Cual de los 148 habitantes de Cerezal de Peñahorcada podía entender aquello? Hacía tiempo que no era testigo de un esfuerzo tan inútil.<br /><br />Ya iba a tirarlo cuando dudó. Sabía que era absurdo, pero se le estaba haciendo muy difícil deshacerse de algo cuya naturaleza ignoraba. Su curiosidad, que no conocía todavía la derrota, se impuso nuevamente, y no pudo evitar abrir aquel esperpéntico exponente de <span style="font-style:italic;">spam</span>. Como imaginaba, lo que encontró fue un nuevo laberinto, más complejo todavía, de símbolos que ni siquiera sabía en que dirección leer. Y sin embargo, entre aquellas constelaciones de trazos enigmáticos, distinguió, en menos de un segundo, tres signos familiares. Eran dos cifras y un símbolo: 25$.<br /><br />Sin duda era el precio de algo. Pero resultaba imposible entender nada más allí. Tampoco comprendía del todo qué era exactamente lo que le llevó a <span style="font-style:italic;">clicar</span> en aquel enlace ininteligible, por qué buscó algo parecido a un botón que pulsar en aquella página web, qué le empujó a escribir su dirección y número de cuenta en aquel cuadrado blanco. Era una locura. ¡Aquello no podía funcionar!<br /><br />Pero el día 5 por la noche no podía dejar de pensar en el paquete que había llegado aquella mañana. No lo abrió. Y con una tonelada de ilusión y un resto de cartón le improvisó aquel pequeño árbol. Estaba nervioso y le estaba costando dormir. En los últimos siete años no había habido ni árboles ni regalos de navidad en aquella casa. Y hacía más de cuarenta que había olvidado qué era vivir esas fechas con emoción. Se sentía feliz, pero algo desasosegado. Cambió de postura. Recordó el <span style="font-style:italic;">e-mail</span> y su afortunada ocurrencia. Se tumbó de costado. Le vino a la mente el mono azul y rojo del mensajero. ¿Qué era lo que contenía aquella caja? ¿Quién iba a creerse que se había autoregalado una sorpresa? Tenía calor y se destapó. Al poco sintió frío y volvió a cubrirse. Estaba inquieto. Las primeras mil vueltas en la cama lo llevaron hasta su niñez. Hasta aquel estado de ilusión, esperanza y excitación absolutas. Nunca imaginó que volvería a sentirse así algún dia. Confiaba en que su regalo fuera, al menos, sencillo de usar. O que las instrucciones no vinieran solamente en chino. Luego dio otras mil vueltas y, por fin, mientras observaba plácidamente al mensajero, con su casco de oro y brillantes, atravesando aquellas nubes esmeralda en su aeroplano de cartón, se durmió.<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">5/1/2012</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-3449178368255404722011-12-25T12:28:00.006+01:002012-01-30T12:55:16.675+01:00Fortunas<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/-v8Ir11KRfjE/TvcI4S-8LNI/AAAAAAAAAdg/kORGdbFaKxc/s1600/fortunas.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto; border:none; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 287px;" src="http://3.bp.blogspot.com/-v8Ir11KRfjE/TvcI4S-8LNI/AAAAAAAAAdg/kORGdbFaKxc/s400/fortunas.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5690026417467436242" /></a>Ayer me sentía un poco solo. Esta mañana he pasado mucho frío. <br />Pero ahora me acompañan un gato, un piano, un libro de viajes y unas horas de sol.<br />Soy rico. Y se me había olvidado.<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">25/12/2011</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-9811421050477961572011-12-18T22:35:00.006+01:002012-01-30T14:32:10.848+01:00Restos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://3.bp.blogspot.com/-CZimrcJMLRg/Tu5c0pd8DJI/AAAAAAAAAdU/SFIxHMb5u6o/s1600/restos.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 247px; border:none;" src="http://3.bp.blogspot.com/-CZimrcJMLRg/Tu5c0pd8DJI/AAAAAAAAAdU/SFIxHMb5u6o/s400/restos.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5687585438969891986" /></a><br />Hago divisiones con mi hijo. Y mientras me dejo atravesar por la melancolía musicada de Ruper Ordorika, me acuerdo de los que se han ido, de los que me faltan. Dividendo, divisor, resto. No olvidarse las llevadas. Ni los duelos de los que aquí quedan. <span style="font-style:italic;">Adaggio, moderato, coda.</span> Los temas de “Memoriaren mapan” van deslizándose monótonos. Y tristes. El tiempo adquiere tonalidades anaranjadas y da a luz un momento extraño en el que el pasado doloroso y el porvenir esperanzado se enredan en mis entrañas. Por cualquiera de las dos cosas lloraría. Lloro, de hecho, aunque no sea capaz de discernir por qué. Ni me importa. Mi tesoro hace la tercera división sin ayuda y enmarca el resto entre dos rayitas. Me gustaba más la linea sonriente con la que en mis tiempos lo subrayábamos. Pero hoy no me parecen mal esos dos trazos. Los tiempos cambian, los niños crecen y llegarán, sin duda, los días en que volvamos a dibujar sonrisas.<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">18/12/2011</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-71007364863595188112011-12-16T19:12:00.008+01:002012-01-30T14:32:43.252+01:00Solitarios<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-b6I11p1g6OA/TuuKTwuPoWI/AAAAAAAAAdI/fqz7sns0o24/s1600/solitarios.jpg"><img style="display:block; margin:10px auto 0px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 450px; height: auto; border:none;" src="http://4.bp.blogspot.com/-b6I11p1g6OA/TuuKTwuPoWI/AAAAAAAAAdI/fqz7sns0o24/s400/solitarios.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5686791026586394978" /></a><br />Los solitarios no follamos. Los solitarios nos reunimos a veces para vomitar soledades. Bebemos, reímos, olvidamos por unas horas los millones de caricias que no hemos recibido y disfrutamos de ese excedente de libertad del que tanto presumimos cuando queremos disfrazar nuestras miserias ante un público que nos escucha a pares. Los solitarios, vocacionales o no, caminamos erguidos no se muy bien por qué. Podríamos escribir libros con las palabras dulces que no hemos escuchado. O componer sinfonías con ronroneos de placer desconocidos.<br /><br />Los solitarios ocupamos muy poco sitio. Existimos al margen. Destacamos quizás por lo desierto del espacio que nos rodea. Pero debe de haber algo que, a falta de otros apoyos, nos mantenga en pie. A lo mejor es que los solitarios sabemos con relativa certeza que un día podemos dejar de serlo. Y tal vez, ese día, nos encontremos mirando con lástima a aquellos amigos que un día compartieron con nosotros su soledad. No digo yo que en tal caso no sintiéramos una punzada de envidia apuñalando nuestra previsible compasión. O que los abrazos recién estrenados no pesaran como el acero gris de algunas cadenas. <br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">15/12/2011</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-3797131931280465973.post-69214077244430852002011-12-07T16:03:00.005+01:002012-01-30T14:33:39.441+01:00Anclas<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="http://4.bp.blogspot.com/-2bdHeJxXaYs/Tt-Aj2hnc6I/AAAAAAAAAc8/pqUCsFAXdVI/s1600/anclas.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto; border:none; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 450px; height: auto;" src="http://4.bp.blogspot.com/-2bdHeJxXaYs/Tt-Aj2hnc6I/AAAAAAAAAc8/pqUCsFAXdVI/s400/anclas.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5683402608185144226" /></a><br />En el cementerio de anclas, como en el resto de cementerios, las conversaciones tenían lugar por la noche. Con la oscuridad comenzaban a resonar los nombres de exóticos puertos, islas, bahías, cabos y atolones. Solían presumir entre ellas de haber fondeado en los lugares más extraños y remotos. Sobre todo, amplificaban hasta la exageración el orgullo de haber pertenecido a tal o cual navío, porque se sabían el cordón umbilical que los había conectado, aunque fuera de forma provisional, a una tierra que sólo ellas conocían, y que yacía ignorada bajo el manto líquido de los mares. Ahora, en dique seco, mostraban con orgullo todas las cicatrices producidas por las rocas, los arrecifes y el óxido, y recordaban con cierta arrogancia los cientos de derivas a las que un día pusieron punto final.<br /><br />En ocasiones se escuchaban algunas risas —ellas tienen siempre la sonrisa a punto. Risitas de ancla con olor a herrumbre y salitre, y con un sonido metálico y cantarín que reverberaba en los diques del puerto. Como los días en que la lluvia les hacía cosquillas, o la noche en que José, con toda su buena intención y algunos litros de vino de su tierra en la cabeza, les explicó de dónde venía, por qué hubo de marchar de allí y la importancia vital de recordar siempre las propias raíces.<br /><br /><br /><div class="firma"><img style="text-align:right; width:96px; height:auto; border:none; padding:0;" src="http://www.blanco-sg.com/blog-mcn/imagenes/firma.gif" alt="Juan Luis Blanco" /><br /><span class="data">7/12/2011</span></div>Juan Luis Blancohttp://www.blogger.com/profile/12513051328491104909noreply@blogger.com0