La verdad de la luz
Un día un pequeño planeta le habló al sol de la noche. Éste no podía creer que en los planetas de su sistema existiera tal cosa como la sombra o la oscuridad. El planeta, confiado en la validez de sus argumentos, insistió y le explicó que la noche quedaba siempre al otro lado de los planetas, donde el sol no la podía ver. El sol seguía sin convencerse de tal idea, pero quedó pensativo. El planeta continuó por su órbita pues poco más podía hacer, y cuando estaba a espaldas del sol, éste, en un movimiento súbito, se dio media vuelta y lo miró fijamente. Se dio cuenta de que el sol, que brillaba como nunca de rabia, lo había malinterpretado, y que hacerle entender qué era la noche iba a ser imposible. Desde entonces desconfía de las estrellas y los objetos demasiado luminosos, y sobre todo, de aquellos que no orbitan y permanecen girando respecto a sí mismos.Juan Luis Blanco
9/3/2010
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