Incumpliendo nuevamente lo previsto olvidó la estrategia que había planeado para acordarse de su cumpleaños. Extravió el papel en que apuntó la fecha y perdió el cordel rojo que le hubiera recordado dónde guardó la nota. Agradecía de todos modos que la mala memoria le hiciera el inmenso favor de olvidar sus incontables despistes. A estas alturas de su vida sus recuerdos eran ya superados con creces por sus olvidos, y era también de justicia que su memoria no se autocastigara recordándolos. De todos modos, nada importaba: hacía tiempo que tampoco sabía en que día vivía.
27/5/2011
0 comentarios:
Publicar un comentario