¡Cómo no! había muchas más opciones. Pero yo me quedo con la pizza cuatro quesos, con el espectáculo sencillo, gratuito y extraordinario de la enorme bola naranja hundiéndose en el mar, con la experiencia inexplicable y mágica del hombre y el niño maravillados por un minúsculo y efímero rayo verde. Me quedo con la charleta entretenida y naturalmente inconexa sobre el horizonte, los gatos, el color, los días, el mañana y los incendios. Me quedo con la sensación de que compartir algunas pequeñas vivencias es expandirlas hasta límites desconocidos. Me quedo con la muy agradable sospecha de que tanto el hijo como el padre crecieron un poquito aquella tarde.
20/6/2011
2 comentarios:
No me extraña que te quedes, creo que a todos nos han entrado ganas de quedarnos un poquito ;-)
El valor inmenso de los pequeños momentos,espacios, brillos y colores de la felicidad...
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