No obstante, antes de continuar, debería de aclarar –y aprovecho para agradecer el esfuerzo educativo de mis padres– que desde muy niño he acatado leyes y principios de importancia capital en nuestras vidas y destinos: Ley de Gravitación Universal de Newton, Principio de Arquímedes, Segunda ley de la Termodinámica, Principio de Incertidumbre de Heisenberg...
Escuché una vez que el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento. En este sentido quisiera recalcar mi intachable trayectoria a la hora de cumplir unas cuantas leyes que ni conozco, ni entiendo, ni entenderé probablemente. Entre ellas: Ley de Inducción Electromagnética de Faraday, Ley de la Propiedad Horizontal, Leyes de la Probabilidad para Sucesos Absurdos...
No quisiera olvidarme de otro grupo de leyes que, más tarde o más temprano, acabamos obedeciendo muy a nuestro pesar: Ley de Alternacia de las Adversidades, Ley de las Perspectivas Imposibles, Ley de Viscosidades de la Desesperanza, Ley de Conservación de la Melancolía, Ley de Mejor lo Dejamos para Otro Día...
En fin, supongo que es bien conocida la Ley del Mínimo Esfuerzo, aunque quizás no a todos les resulte familiar la Ley de Pertinencia de los Puntos Finales. No me avergüenza reconocer que en este ámbito siempre he sido muy estricto. Hasta luego.
20/10/2011
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