Letrista

lunes, 27 de mayo de 2013

Estaba nervioso porque era la primera vez que escribía la letra de una canción. Lo suyo eran los cuentos y los desvaríos de insomne. Por suerte, el temblor de su mano cesó al tiempo de apoyar la punta de grafito sobre el papel. Comenzó el primer trazo pausado, desde arriba y hacia atrás primero, despacio, como quien mira a su espalda o recolecta recuerdos. Siguió retrocediendo a la par que descendía y tomaba velocidad con energía renovada dirigiéndose con decisión a la base de aquel medio círculo. Pasado este punto, comenzó a despegar como un avión, hacia adelante y hacia arriba como los buenos augurios, y luego, en un cambio radical de trayectoria, dibujó una vertical desafiante y orgullosa de sí misma. Entonces se detuvo. Demasiada precipitación. Tocaba parar antes de que fuera tarde. Y retroceder, en un repliegue horizontal y retrospectivo, sobre la nada y hacia el interior de lo creado hasta entonces.

Permaneció largo rato en aquel trampolín hacia adentro, en aquel balcón con vistas a los límites recién creados. Estaba perplejo. Miraba a aquel perfecto cerco ante sí, cerrándole el paso, negándole el horizonte, mostrándole un recorrido familiar, casi autobiográfico... No dejaba de repetirse que él mismo había construído aquel callejón sin salida. Se maldijo por haber elegido aquella nefasta letra para comenzar el primer verso. Ya ni recordaba la palabra que iba a escribir y además le daba igual. No pensaba continuar. Una amiga le dijo una vez que prefería sus relatos cortos —recordaba uno de tan sólo cuatro palabras—, pero esto iba a superar todas sus expectativas: ¡una sola letra! Le gustase o no, al menos le iba a hacer Gracia... Con G mayúscula.



Juan Luis Blanco
27/05/2013

Stab

lunes, 13 de mayo de 2013

Mientras me peleaba con mi libro de inglés me encontré de repente con la palabra “stab”. Se me hizo familiar, y recordé, al leer su definición, que la había visto en los periódicos. Significa “apuñalar”. Además de buscarla en el diccionario, sabía que el mejor modo de retener una palabra es verla o escucharla en diferentes contextos repetidas veces:

—La siguiente vez que me la encuentre la recordaré —pensé, satisfecho de que mi inglés fuera mejorando poco a poco. Y me sorprendió la naturalidad con que había aceptado que la volvería a ver, a menudo, en las noticias.

Luego, un escalofrío me recorrió entero al darme cuenta de la cantidad de sangre que habría de correr hasta que algún día aprendiera aquel verbo. Y así fue, en poco tiempo se hizo un sitio en mi frágil memoria. Desgraciadamente, y a diferencia de otras muchas palabras, no he tenido aún ocasión de olvidarla.



Juan Luis Blanco
13/05/2013