Fortunas

domingo, 25 de diciembre de 2011
Ayer me sentía un poco solo. Esta mañana he pasado mucho frío.
Pero ahora me acompañan un gato, un piano, un libro de viajes y unas horas de sol.
Soy rico. Y se me había olvidado.


Juan Luis Blanco
25/12/2011

Restos

domingo, 18 de diciembre de 2011

Hago divisiones con mi hijo. Y mientras me dejo atravesar por la melancolía musicada de Ruper Ordorika, me acuerdo de los que se han ido, de los que me faltan. Dividendo, divisor, resto. No olvidarse las llevadas. Ni los duelos de los que aquí quedan. Adaggio, moderato, coda. Los temas de “Memoriaren mapan” van deslizándose monótonos. Y tristes. El tiempo adquiere tonalidades anaranjadas y da a luz un momento extraño en el que el pasado doloroso y el porvenir esperanzado se enredan en mis entrañas. Por cualquiera de las dos cosas lloraría. Lloro, de hecho, aunque no sea capaz de discernir por qué. Ni me importa. Mi tesoro hace la tercera división sin ayuda y enmarca el resto entre dos rayitas. Me gustaba más la linea sonriente con la que en mis tiempos lo subrayábamos. Pero hoy no me parecen mal esos dos trazos. Los tiempos cambian, los niños crecen y llegarán, sin duda, los días en que volvamos a dibujar sonrisas.


Juan Luis Blanco
18/12/2011

Solitarios

viernes, 16 de diciembre de 2011

Los solitarios no follamos. Los solitarios nos reunimos a veces para vomitar soledades. Bebemos, reímos, olvidamos por unas horas los millones de caricias que no hemos recibido y disfrutamos de ese excedente de libertad del que tanto presumimos cuando queremos disfrazar nuestras miserias ante un público que nos escucha a pares. Los solitarios, vocacionales o no, caminamos erguidos no se muy bien por qué. Podríamos escribir libros con las palabras dulces que no hemos escuchado. O componer sinfonías con ronroneos de placer desconocidos.

Los solitarios ocupamos muy poco sitio. Existimos al margen. Destacamos quizás por lo desierto del espacio que nos rodea. Pero debe de haber algo que, a falta de otros apoyos, nos mantenga en pie. A lo mejor es que los solitarios sabemos con relativa certeza que un día podemos dejar de serlo. Y tal vez, ese día, nos encontremos mirando con lástima a aquellos amigos que un día compartieron con nosotros su soledad. No digo yo que en tal caso no sintiéramos una punzada de envidia apuñalando nuestra previsible compasión. O que los abrazos recién estrenados no pesaran como el acero gris de algunas cadenas.

Juan Luis Blanco
15/12/2011

Anclas

miércoles, 7 de diciembre de 2011

En el cementerio de anclas, como en el resto de cementerios, las conversaciones tenían lugar por la noche. Con la oscuridad comenzaban a resonar los nombres de exóticos puertos, islas, bahías, cabos y atolones. Solían presumir entre ellas de haber fondeado en los lugares más extraños y remotos. Sobre todo, amplificaban hasta la exageración el orgullo de haber pertenecido a tal o cual navío, porque se sabían el cordón umbilical que los había conectado, aunque fuera de forma provisional, a una tierra que sólo ellas conocían, y que yacía ignorada bajo el manto líquido de los mares. Ahora, en dique seco, mostraban con orgullo todas las cicatrices producidas por las rocas, los arrecifes y el óxido, y recordaban con cierta arrogancia los cientos de derivas a las que un día pusieron punto final.

En ocasiones se escuchaban algunas risas —ellas tienen siempre la sonrisa a punto. Risitas de ancla con olor a herrumbre y salitre, y con un sonido metálico y cantarín que reverberaba en los diques del puerto. Como los días en que la lluvia les hacía cosquillas, o la noche en que José, con toda su buena intención y algunos litros de vino de su tierra en la cabeza, les explicó de dónde venía, por qué hubo de marchar de allí y la importancia vital de recordar siempre las propias raíces.


Juan Luis Blanco
7/12/2011

Parecidos

sábado, 26 de noviembre de 2011

La tarde en que la conoció comenzaron las extrañas transfiguraciones. Aunque las cosas seguían manteniendo su apariencia de siempre, no podía evitar descubrir extravagantes parecidos entre los objetos más dispares. Así, veía similitudes que nunca antes se le habían revelado entre los ataúdes y las bañeras, los timones y las ruletas, las cruces y los puñales, los globos y las bombas, los lápices y las lanzas, las bombillas y las lágrimas... En un principio se preguntó a qué podía deberse todo aquello, qué significado podía tener. Luego, prudentemente, decidió no ahondar demasiado en el asunto y se juró que, cuando lo encontrara, rompería el papel donde apuntó su teléfono.


Juan Luis Blanco
23/11/2011

Revés de otoño

lunes, 14 de noviembre de 2011
En ocasiones el otoño se presenta parduzco, monócromo y sin brillo, como esa carretera abandonada donde pasean los jubilados, o como la valla descolorida de un parque infantil vacío.

A veces tiene el sabor impronunciable de los retornos aplazados, o el gusto rancio de los caramelos olvidados en los abrigos.

A veces zumba como un timbre lejano que toca en otra puerta. Otras, suena simple y llanamente a silencio roto.

El otoño huele a veces a vertedero de ilusiones, a flor de plástico de psiquiátrico, al perfume marchitado de los ausentes.

Ese otoño te acecha con la mirada aburrida del vigilante de un zoo, renuncia apático a su atuendo impresionista de postal y zancadillea, por pasar el rato, a los segunderos de los relojes. Ese otro otoño también se resiste a morir. En las tardes oscuras de nublado se camufla con su uniforme más anodino y aniquilador, y te doblega con una melancolía áspera, densa y terrestre.

Luchar contra él es inútil. Recomiendo dejarse llevar, no tomar decisiones, contratar un conductor de caravanas de camellos y vagar por el desierto sombrío en que todo parece convertirse por momentos. Luego, esperar.


Juan Luis Blanco
14/11/2011

Inter-rogatorio

viernes, 11 de noviembre de 2011
Permaneció sentado al sol hasta que se acabó el agua de la cantimplora. Parecía momento de irse y decidió visitar un antiguo templo que le quedaba de paso. Hacía mucho tiempo que había perdido la fe que trataron de inculcarle, pero si había un lugar apropiado para la oración, o en su defecto, para atender cada cual a sus adentros, era aquel templo octogonal en mitad de la nada.

Un candado dorado le impidió la entrada. A él le había costado mucho tiempo prescindir del reloj y dejarse llevar por impulsos menos mecánicos y más vitales, y ahora resultaba que era dios quien tenía horarios. Más tarde de las dos y media uno no era bienvenido en su casa... Contrariado, rodeó el templo disfrutando de algunos detalles arquitectónicos que ya casi no recordaba. Inspirado por un extraño capitel y por el recuerdo de los ojos de alguien a quien no le iba a venir mal un poco de suerte aquella tarde, inventó un dios y una oración para aquel momento, para aquel día. Luego, se dispuso a continuar su camino.

Miles de grullas cruzaron entonces el cielo en larguísimas hileras. Rió con ellas, y quedó largo rato con la mirada fija en la última grulla de la última hilera. Se preguntó si también reiría, si alguna vez miró hacia atrás, o si en alguna ocasión le tocó volar sin nadie delante. Se preguntó si aquel ave sabía qué hora era. Si dios sabía qué hora era. Se preguntó cómo era posible que un dios con poderes sobrenaturales hubiera creado tal cantidad de seres imperfectos, y, en unos minutos, uno de aquellos seres imperfectos hubiera creado una divinidad todopoderosa.

No supo responderse, y nadie lo hizo por él. Tampoco supo interpretar las risas de las grullas. Como otras tantas veces, volvió a su casa con una nueva colección de preguntas que poco a poco irían desvaneciéndose en el olvido. Igual que el sonido de las miles de grullas que en aquel momento estaban a punto de desaparecer en la lejanía.



Juan Luis Blanco
11/11/2011

Agenda alada

miércoles, 2 de noviembre de 2011
El lunes del lunes es el martes. El miércoles la semana se lanza en picado desde su atalaya y desciende incontenible hacia el “sabadomingo”. Y así, 52 parpadeos que añaden, sin haberlo sentido, un año más de experiencia a nuestra juventud incurable... Mi nueva agenda me da vértigo y ánimo por igual.


Juan Luis Blanco
2/11/2011

Puto diario

viernes, 28 de octubre de 2011
Hola puto diario,

hoy, como ya estarás presintiendo, tengo la imperiosa necesidad de serte sincero. Hoy vuelvo a tí, que siempre me escuchas impasible, para ver si acabo con tu infinita paciencia, para contarte que estoy harto de que lo recojas todo sin devolver nada; para decirte que me agobia que hayas sido testigo de incontables penalidades sin decirme un “ánimo, todo pasará” o que en los buenos tiempos no me hayas dedicado un simple “felicidades, disfruta este momento”. Te agradezco, eso si, tu capacidad para recoger cualquier vomitona por mal escrita que esté, por muy ácida que sea, por muy maloliente que resulte. Ahí no tienes rival. Ese silencio tan tuyo es la mejor garantía de confidencialidad. Pero ya me cansó tu afasia crónica. Ya me hartó tu imperturbale superficie inexpresiva, tu papel mudo, tu guión plano. Hoy voy a vomitar en otro lado, a mear fuera de tiesto, a salirme de tono. Hoy no cabe mi grito entre tus páginas. Hoy maldigo tu carácter reservado, tu vocación encubierta de libro de autoayuda y tu pretenciosa cubierta de cuero. Mañana me compro una agenda. Espero que sufras, en ese silencio tan tuyo, la larga estancia que te espera en el cajón de los calcetines.


Juan Luis Blanco
27/10/2011

Leyes

viernes, 21 de octubre de 2011
Hoy me tengo que felicitar. Son las 3 de la tarde y no he infringido todavía ninguna ley. Puede sonar exagerado, pero los que tenemos la costumbre de transitar por este mundo en una furgoneta nos contamos entre los pocos seres vivos capaces de quebrantar leyes incluso dormidos.

No obstante, antes de continuar, debería de aclarar –y aprovecho para agradecer el esfuerzo educativo de mis padres– que desde muy niño he acatado leyes y principios de importancia capital en nuestras vidas y destinos: Ley de Gravitación Universal de Newton, Principio de Arquímedes, Segunda ley de la Termodinámica, Principio de Incertidumbre de Heisenberg...

Escuché una vez que el desconocimiento de la norma no exime de su cumplimiento. En este sentido quisiera recalcar mi intachable trayectoria a la hora de cumplir unas cuantas leyes que ni conozco, ni entiendo, ni entenderé probablemente. Entre ellas: Ley de Inducción Electromagnética de Faraday, Ley de la Propiedad Horizontal, Leyes de la Probabilidad para Sucesos Absurdos...

No quisiera olvidarme de otro grupo de leyes que, más tarde o más temprano, acabamos obedeciendo muy a nuestro pesar: Ley de Alternacia de las Adversidades, Ley de las Perspectivas Imposibles, Ley de Viscosidades de la Desesperanza, Ley de Conservación de la Melancolía, Ley de Mejor lo Dejamos para Otro Día...

En fin, supongo que es bien conocida la Ley del Mínimo Esfuerzo, aunque quizás no a todos les resulte familiar la Ley de Pertinencia de los Puntos Finales. No me avergüenza reconocer que en este ámbito siempre he sido muy estricto. Hasta luego.


Juan Luis Blanco
20/10/2011

Aprendiz de analfabeto

domingo, 16 de octubre de 2011

Hay quien dice que en el lenguaje se puede ver reflejada la estructura del mundo en que vivimos. Ocurre que cuando ese mundo se te viene abajo las palabras ya no sustentan realidades y quedan como colgajos en el aire, a la espera de un esfuerzo de reestructuración. Y no es tan sencillo volver a organizar el lenguaje de acuerdo a un mundo tan inestable, tan impredecible, tan inhumano. Ayer repasaba yo mi abecedario remodelado. La “a” de mi nuevo alfabeto está en quinto lugar. La “z” anda por el decimosexto o decimoséptimo. La “b” en el vigesimotercero. Me parece entender el drama de ser analfabeto y sospecho que el trabajo de asimilarlo va a ser inmenso. Pero no todo es tan desastroso: la “l” de “luz” y la “m” de “mañana” permanecen donde estaban. Además, ¡es la primera vez que uso la palabra “vigesimotercero”! ¡Hoy hay cosas que celebrar!


Juan Luis Blanco
16/10/2011

Relojes

miércoles, 14 de septiembre de 2011