Nora

domingo, 21 de febrero de 2010



Quiso la suerte que el día que Nora, la dorada, decidió terminar con su vida saltando por la ventana desde su pecera, pasara por la calle aquel camión de conservas que, en la primera curva, la envió de nuevo al mar. Allí, sin poder creérselo todavía, vio cómo Graciela, la estrella de mar, la recibía radiante con sus cinco brazos abiertos. Nora aleteó feliz, inmensamente feliz, hasta que de pronto se percató de que, al contrario que en su pecera, allí todas las direcciones eran posibles.



Juan Luis Blanco
19/2/2010

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